Vivir cerca del trabajo
- Edgar Romero
- 17 feb 2016
- 2 Min. de lectura

En los 10 años que llevo de vida laboral, es la primera vez que vivo cerca, pero cerca del trabajo.
Actualmente me lleva entre 3 y 5 minutos llegar a mi lugar de labores. El tiempo que tardo, más que de mí, depende de un semáforo que debo atravesar, si está en verde debo esperar un poco.
Es un tanto extraño. Cuando vivía en Caracas, Venezuela, y trabajaba en la mañana, podía tardar hasta tres horas para llegar a mi destino. Estaba residenciado en Guarenas, a unos escasos 25 minutos de la ciudad, pero en horas picos, el tramo entre ambas partes se prolongaba; peor si había algún accidente. En una oportunidad, salí a las 08:00 de la noche del trabajo y llegué a mi casa a las 12:00, debido a que una gandola se había volcado.
Ahora, en este nuevo empleo y esta nueva casa, me toca entrar a las 09:00 am. Me levanto a las 07:00, hago desayuno, almuerzo, me ducho y aun así llego temprano. Si se me olvida algo, pido permiso y salgo a buscarlo.
Además de tiempo, otra de las ventajas es que ahorro dinero, puesto que ya no gasto ni un centavo en pasajes para mi movilización diaria.
Ya no me preocupa el Metrobús, el autobús, el Ecovía ni el Trolebús (los transportes de Quito, Ecuador), puesto que solo necesito mis pies para llegar.
Esto se me ha traducido en mejor calidad de vida, no malgastar tiempo en largas colas (tanto para tomar el autobús como para transitar).
Puede que haya algunas desventajas, como que el jefe quiera que me quede más tiempo o si ocurre algún imprevisto me llame para ir a la oficina, pero hasta ahora no me ha pasado y espero que no ocurra.
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