El cocuy que me transportó a mi infancia
- egarounico
- 9 ene 2016
- 2 Min. de lectura
Carnaval de 2014. Habíamos quedado varios amigos en ir a mi casa a compartir, pero por diferentes razones, solo tres cumplieron lo pactado.
Una de mis amigas, por razones de trabajo, previamente le tocó visitar productores del país, para conocer lo que hacían. En esos viajes, le obsequiaron o compró un cocuy, con el que se apareció en casa.
El cocuy se llama Fénix
C
omenzamos tomando otras cosas, creo que ron y reservamos nuestro cocuy Fénix para después, hasta entonces y aunque siempre me llamó la atención esta bebida, siempre la dejaba para el final, como última opción.
Se nos acabó el resto de las bebidas y procedimos a abrir la botella de cocuy. Simplemente espectacular. Su olor, a naturaleza, fue sensacional.
Nos servimos y comenzamos a tomar despacio. Es la mejor sensación que me ha otorgado una bebida alcohólica. Y aunque mis amigos se burlaron de mí, repito lo que les dije en ese momento: “Sabe al olor de la tierra cuando le caen las primeras gotas de lluvia”.
Su sabor me transportó a mi infancia, a cuando jugaba con arena y barro, a mi pueblo metido en la Sierra de Falcón (al occidente de Venezuela) y a mi papá, que tomaba cocuy mientras cantaba a los pesebres en navidad.
El cocuy que tomé ese día fue el Fénix Reserva, añejado en barricas de roble durante 3 años. Es una bebida de penca y de acuerdo a lo que me contó mi amiga ese día, es elaborado en Siquisique, estado Lara (centro occidente de Venezuela).
Ahora, me entero que existen otras variedades y presentaciones del Fénix (como está en la primera foto). Si quieren atreverse a probar, revisen la página de Dame un palito e' cocuy.
En Venezuela, el cocuy ha tomado auge. En Caracas y otras ciudades hay lugares que sirven los tragos a base de cocuy. Los sirven de diferentes maneras y sabores (desde un frappe hasta secos).
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