De cómo conocí a Papelillo
- egarounico
- 9 ene 2016
- 3 Min. de lectura

Con un grupo de amigos decidimos irnos de viaje, de Caracas (Venezuela) a otra región del país. Teníamos unos días feriados libres y quedarnos en la capital venezolana no era buena opción.
Viajamos varias horas y nos hospedamos en casa de uno de mis amigos. Andábamos cuatro compañeros.
La ciudad a la que fuimos estaba casi desierta. Todo el mundo al parecer se había ido a la playa.
Aprovechamos para conocer la ciudad y en esos recorridos descubrimos la reciente apertura de una playa artificial.
Al otro día, nos levantamos y fuimos a esa playa artificial. Una construcción a medio hacer, dos piscinas grandes con arena fina en la orilla. Por llegar temprano tuvimos la oportunidad de agarrar puesto debajo de unos pequeños bohíos.
El flechazo
Un rato después de estar en el lugar, llegan unas chicas y se ubican a nuestro lado. Una de ellas, flaca, con buen cuerpo, buenos senos, se quita su ropa y queda en traje de baño (uno de cuerpo completo negro). Se aplica su bronceador y se ubica delante de nosotros a tomar sol (las contorsiones que hizo a partir de ese momento para llamar la atención no fueron normales).
La cara que vi en ese momento de la chica no la recuerdo, creo que todos estábamos obnubilados por el fuerte sol del lugar, que nos pareció bonita, preciosa, hermosa, digna del Miss Venezuela o al menos de las fiestas de la Divina Pastora.
Uno de mis amigos, el único soltero y con ansías de pescar algo, comenzó a cruzar miradas con ella. No pasó a más.
Cuando íbamos saliendo del lugar, los cuatro concentrados en nuestras ropas, zapatos y demás peroles que llevábamos (como si hubiéramos ido a la playa realmente), vemos que alguien corre hacia nosotros; era la chica del traje de baño negro. Se acercó a mi amigo, habló con él y le dio su número telefónico.
Comenzaron a hablar por mensajes. Todo surgió rápido. Nos restaba poco tiempo en la ciudad. Mi amigo acordó con la chica para vernos en la noche.
El encuentro y desencuentro
Salimos todos, fuimos a un lugar a comer comida rápida. Cuando la chica llegó nos miramos, algo no estaba tan bien como lo habíamos visto en la mañana.
Exceso, mucho, bastante, demasiado, un cúmulo de maquillaje adornaba a la chica, era imposible encontrar algún espacio de su cara de un color natural. Además, vestía ropa demasiado ajustada y corta. Y aunque su pintura y vestido eran muy femeninos, parecía un hombre. No era un transformista. Comenzamos a hablar, no seríamos groseros.
En determinado momento, alguien preguntó:
-¿A qué te dedicas?
Su respuesta fue:
-Soy payasita en fiestas infantiles y otros eventos, mi nombre es Papelillo.
¿Cómo se contiene la risa en un momento como ese?, cuando Papelillo, con su excesivo maquillaje (para salir entre amigos) le hacía honor a su trabajo. Tocó contenerse, no mirarnos entre nosotros para evitar soltar las carcajadas.
Papelillo fue con dos amigas, una que no encajaba con ella y otra que comenzó a hablar de su novio encarcelado. Las cosas empeoraban.
Todos tratábamos de hablar con la chica que desencajaba con las otras dos. Pero las ordinarias y excesivamente maquilladas lo hacían imposible, y más cuando se dieron cuenta que procurábamos callarlas.
Aceleramos la comida, que nos tocó pagar solo a nosotros. Salimos, las llevamos a su casa para no verlas nunca más y reír por las próximas dos semanas.
Lo que pasa cuando el sol te obnubila.
Комментарии