Mi acción buena del día
- Edgar Romero
- 30 ene 2016
- 1 Min. de lectura

No es que no lo haga constantemente, pero hay acciones que son más marcadas que otras y por eso las recordamos mucho más.
Mi acción buena del día. Me ocurrió el domingo 24 de enero de 2016.
Tomé el Ecovía, uno de los transportes públicos de Quito, Ecuador, para ir a encontrarme con unos amigos. Al montarme, quedé de pie al lado de una de las ventanas, en la parte de atrás del transporte que es de acordeón. El autobús no llevaba tanta gente.
Me puse a observar a la gente que tenía alrededor y de repente noté que un par de chicos se miraban, uno de ellos tenía una bufanda que le tapaba un brazo. Detrás tenían a una chica, con su mochila en la espalda. Me detengo a ver con mayor precisión y me doy cuenta que el brazo del chico está metido en el bolso de la joven.
No lo pensé mucho. Tomé fuerza y le dije a la joven: “Chica, la mochila”. De inmediato volteó y se dio cuenta que la tenía abierta. Me dio las gracias.
Los ladrones me miraron como con cara de asesinos. Como estaba en la parte trasera del autobús, decidí irme a adelante, cerca del chofer, por si acaso.
Noté que los jóvenes se bajaron en la siguiente parada. Fui a donde estaba la chica, le pregunté si le habían sacado algo y me contestó que no. Nuevamente me agradeció.
Antes que me caigan encima, sí, estoy consciente que me faltó denunciar a los ladrones. Por mi premura por llegar a donde iba, se me pasó ese detalle.
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