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Mi experiencia en el Salto Ángel (Kerepakupai Vená)

  • Foto del escritor: egarounico
    egarounico
  • 10 ene 2016
  • 3 Min. de lectura

El Salto Ángel o Kerepakupai Vená, en pemón, la caída de agua más alta del mundo, lo conocí en septiembre de 2013.

Pese a ser venezolano, tuvieron que pasar 29 años para conocer este imponente lugar.

El viaje es rápido, solo se necesitan tres días para dedicar a este tour.

Con anticipación contacté a un chico que organiza estos viajes, esto lo hice por recomendación de una amiga que fue previamente. Con él compré el tour y el pasaje ida y vuelta que me llevaría a Canaima.

Primer día

Llegué a Ciudad Bolívar (también se puede ir hasta Puerto Ordaz) a las 07:00 de la mañana. Una hora después, tome la avioneta que me trasladó a Canaima, el viaje duró aproximadamente 45 minutos.

Una vez en el diminuto aeropuerto de Canaima, compuesto por una pista y un gran bohío que hace de departamento de migración, llegó un camión que me movilizó hasta la posada donde me tocaba hospedarme; ahí conocí a quien sería mi compañera de destino, una chica alemana que también andaba sola.

Por ser aún muy temprano, nos recomendaron ir a la Laguna de Canaima. Fuimos caminando, puesto que es cerca. Ahí, en esas aguas rojizas, desde donde se observan impresionantes saltos, nos relajamos y aprovechamos a tomarnos las típicas fotos con las palmeras de fondo.

Regresamos a almorzar, descansamos un poco y en la tarde nos tocó el paseo por los saltos de agua.

Volvimos a caminar hasta la laguna. Ahí nos embarcamos en una curiara que nos acercó a los saltos Ucaima, Wadaima, Golondrinas y Hacha (realmente fui a solo tres de estos, pero no recuerdo cuales). En cada catarata, tuvimos la oportunidad de caminar detrás de las cortinas de agua (se puede hacer en medias –calcetines- o con zapatillas antirresbalantes). Tras ese recorrido, volvimos a la posada.

Segundo día

En la mañana, por casualidad, tuvimos el honor de escuchar un ensayo de la orquesta sinfónica de la localidad, que forma parte del Sistema Nacional de Coros y Orquestas Simón Bolívar de Venezuela.

Nos preparamos. En el camión nos llevaron a un pequeño puerto y embarcamos otra curiara con la que comenzamos nuestro viaje rumbo al Salto Ángel.

Anduvimos 20 minutos. Nos hicieron bajar y caminar 30 minutos por una zona donde la vista es increíble, nos acompañó un tepuy en el fondo. Esa caminata se hace mientras la curiara o canoa atraviesa unos saltos que es peligroso hacerlo con mucho peso.

Tras la caminata, volvimos a embarcar. La siguiente parada fue un pequeño salto donde tuvimos la oportunidad de bañarnos. Continuamos, volvimos a parar para comer. Avanzamos y tras unas cuatro a cinco horas, llegamos a nuestro destino, el imponente Salto Ángel.

Desde ese punto de llegada se observa el salto, sin embargo para tener una mejor imagen, nos tocó subir durante una hora por una montaña llena de rocas y raíces de árboles.

Llegamos al mirador del salto. Mi primera impresión, confieso, fue de frustración. De mi grupo fui el primero en llegar y estaba todo nublado, no lograba ver absolutamente nada. Con el paso de los minutos, las nubes comenzaron a desaparecer y se despejó todo. Impresionante, una de las imágenes naturales que más se ha impregnado en mi mente.

Nos tomamos cientos de fotos. Pero había un regalo más para quienes aún quisieran avanzar. Fuimos hasta la falda del salto, donde disfrutamos, unos pocos minutos, de las heladas aguas del Kerepakupai Vená.

Regresamos y nos hospedamos en unos campamentos cerca del salto. La atención de nuestros guías fue increíble, incluyendo la buena comida que nos prepararon.

Tercer día

Al amanecer, tras dormir en unas hamacas (chinchorros), nos levantamos temprano, caminamos como 50 metros y disfrutamos de la majestuosa vista que ofrece el salto, con los rayos del sol detrás, en esa imponente montaña rocosa.

Aún temprano, tomamos el camino de regreso a Canaima. A la posada llegamos como a las 10:00 de la mañana. Y al mediodía volví a Ciudad Bolívar.

Así mi relato de esta experiencia llena de emociones, contacto con la naturaleza y revitalización espiritual. Definitivamente espectacular.

 
 
 

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